Hola Familia,

Hace diez años que Alfonso murió, viudo y dejando dos hijas llamadas Claudia y Verónica, ambas casadas con un hijo cada una de ellas. Alfonso no tenía muchos bienes, tan solo algo de dinero en una cuenta corriente y la vivienda donde residía. En los últimos años enfermó y  Verónica le acogió en su casa y se encargo de sus cuidados. Cuando hubo de repartirse la herencia de Alfonso, Verónica reclamó más de lo que le correspondía, en concreto todo el metálico que había en la cuenta corriente además de la mitad de la casa de su padre, por entender que tenia “mas derecho” que su hermana Claudia, por haberse encargado de Alfonso en sus últimos días. Claudia, lo consideraba injusto ya que por su trabajo viajaba mucho y no podía hacerse cargo de su padre, ofreciendo a su hermana otras alternativas como llevarle a una residencia.

Claudia y Verónica discutieron y llevan 10 años sin hablarse.

Verónica, recibió una llamada de un señor que decía llamar de parte de su hermana Claudia, y en un principio la rehusó diciendo que no quería saber nada y que ella ya no tenía hermana. A los dos días, ese señor tan amable volvió a llamar a Verónica, pidiendo que por favor le escuchara lo que tenía que decir. Verónica aceptó de mala gana y el señor le explicó que era un mediador y que su hermana quería solucionar sus diferencias. Le dijo que si asistían a unas sesiones de mediación podrían encontrar un consenso y que aunque se habían hecho daño, eran familia y se merecían una oportunidad.

Verónica, aunque escéptica, aceptó y el mediador les cito para una sesión informativa a los dos días.

El día de la sesión informativa, Verónica y Claudia, estaban muy tensas. Se saludaron con un “Hola” que apenas se escuchaba y sin mirarse. El amable señor que les citó por teléfono estaba acompañado de una señora, que también era medidora. Tras presentarse, ambos mediadores les explicaron que el proceso de mediación es voluntario y confidencial. Que es un espacio en el que podrán hablar de lo que quieran en un entorno de respeto mutuo, de escucha, y que los mediadores no van a juzgarlas, ni asesorarlas ni estarán de parte de ninguna, tan solo les ayudaran a través del dialogo a que, si ellas quieren, vuelvan a ser una familia.

Verónica y Claudia, no se habían visto en 10 años y ninguna de ellas pensaba que aquello sirviera para nada. Se sentían muy resentidas y dolidas, pero en el fondo, querían acabar con esa situación que les hacia tanto daño. Ambas aceptaron iniciar el proceso de mediación.

A la semana siguiente, empezaron la primera sesión de mediación. De nuevo un breve saludo, cortes, pero distante. Los mediadores tras felicitar a las hermanas por el esfuerzo realizado y su voluntad de solucionar los problemas, y hacer un breve resumen de lo que iban a hacer en mediación, les dio la palabra para que contaran lo que les sucedía y que empezara cualquiera de ellas.

Tras mirarse de reojo con desconfianza, Claudia empezó a hablar. Explicó que ella no podía seguir viviendo con ese rencor, que no entendía por qué se habían dejado de hablar por algo tan material como el dinero y que le gustaría recuperar a su hermana, ya que no tenía más familia que ella.

Verónica, estaba muy resentida, y alzaba la voz diciendo que se había sentido abandonada por Claudia. Cuando su padre enfermó ella se tuvo que ocupar de él, día y noche, mientras su hermana trabaja y viajaba mucho, tenia buena posición y se desentendió de los problemas familiares.

Los mediadores las han dejado hablar y se han asegurado de entender bien lo que cada una de las partes decía, haciendo preguntas y confirmando lo que entendían.

A esta primera sesión siguió otra a los 7 días. Tanto Claudia como Verónica, reconocieron sentirse aliviadas de poder contar todo lo que sentían y llevaban guardando todos estos años, aunque a veces se sintieran dolidas y tristes por lo escuchaban. Esta vez se saludaron mirándose. Los mismos mediadores hicieron un breve resumen de lo hablado en la sesión anterior y les felicitaron por el trabajo realizado hasta ahora.

Fue Claudia quien empezó a hablar diciendo que nunca había sido consciente del esfuerzo que realizó su hermana Verónica cuidando a su padre, y que la envidiaba porque pensaba que era la “preferida”, mientras ella se sentía como la “oveja negra” siempre viajando y siempre sola.

Verónica, reconoció que no sabía que su hermana se había sentido así y que la consideraba superior, con estudios y trabajo, independiente y autosuficiente.

En ese momento se miraron a los ojos y ambas se dijeron “lo siento” y sonrieron.

Verónica y Claudia, salieron de la sesión de mediación y se fueron a la cafetería de enfrente, según ellas, a recuperar el tiempo perdido.

Que tengáis un feliz día!! Gracias por estar ahí y compartir 😉