¡Hola Familia! Estrenamos mes, pero no un mes cualquiera. Hablemos de divorcios y separaciones.

Septiembre es un mes que huele a ropa a estrenar y sabe a proyectos nuevos y cambios. Acaba una estación y empieza otra, en la que de alguna manera ponemos el contador a 0 y tratamos de reinventarnos, llenándonos de propósitos y planes de acción. Quizás por esto, septiembre es uno de los meses que más consultas y solicitudes de divorcios y separaciones recibo a lo largo del año.

Tras un periodo vacacional, fuera de nuestra rutina, donde convivimos en familia las 24 horas al día, surgen más que nunca los roces, los desencuentros y se evidencia la necesidad de cambiar esa dinámica por otra que haga que todos los miembros de la familia, sean más felices. No estoy generalizando. Afortunadamente, esto se produce cuando la relación ya no funciona, está deteriorada o no tiene solución. Digamos que las vacaciones son el caldo de cultivo propicio para acelerar decisiones de divorcios y separaciones que son inevitables. Al margen de esta constante del periodo estival, la situación de confinamiento que todos hemos sufrido desde el mes de marzo, ha sido toda una prueba de fuego para las familias, evidenciando en muchas ocasiones la necesidad de cambiar de vida y optar por el divorcio o la separación.

Siempre que esto se produce y una vez tomada la decisión de separarse, son miles las dudas, las preguntas, los miedos, sobre que puedo y no puedo hacer, que es lo mejor para todos y que pasos hay que dar primero.

Es vital la información, pero no cualquier información. Debe ser veraz, real, actual y ajustada a tu situación. Muchas veces han llegado a mi despacho personas que sin previa información ya habían tomado decisiones y actos que han tenido importantes y graves consecuencias. Por otro lado, tampoco sirve lo que le pasó a nuestro primo, vecino, o amigo. Cada familia es única, especial y sus soluciones también lo son.

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